Una empresa familiar
El año 1988 empezamos la búsqueda de nuevas formas de sustento que permitieran pasar más tiempo en familia. Fue entonces que nos encontramos con la apicultura. Así fue como nuestros cuatro hijos crecieron entre baldes de miel y marcos de cera, curioseando en las cajas que se llenaban cada primavera con las laboriosas abejas. En 2008 emigramos a Río Puelo, convencidos de que no existe mejor zona en Chile para la producción de miel que la Patagonia Norte.
El valor de nuestra miel
Nos preocupamos de cada detalle, desde la ubicación del colmenar, hasta que el producto llegue a las manos del consumidor. La verdad es que da un mejor gusto a la boca saber que la miel viene de colmenas que son cuidadas con cariño y esmero, sin estrés innecesario y en armonía con la naturaleza, con acceso a una variada flora nativa, diferentes pólenes, y al aire libre en los bosques australes.
Dependemos de la naturaleza
Nuestras abejas están en plena selva siempreverde, con primaveras y veranos a veces lluviosos, a veces cálidos. Por eso, la disponibilidad de flores varía de un año a otro. Y si la floración fracasa, por exceso de lluvia o sequía, no tendremos miel de ese origen botánico en la temporada.
Certificación de origen botánico
Nuestras mieles cuentan con certificación de origen botánico, basada en los análisis que se realizan en laboratorios especializados.
Producto Sano
La higiene es un tema central, desde la limpieza de los cajones de las abejas, hasta la extracción y envasado de la miel. Nuestra sala de proceso cuenta con resolución sanitaria (ver Galería: Cosecha). Utilizamos productos orgánicos contra enfermedades y parásitos, y llevamos registro de los tratamientos, asegurando la trazabilidad del producto.
El sello Manos Campesinas garantiza que nuestra miel, además de ser un producto sano, es elaborado de forma artesanal por un pequeño productor que fomenta el desarrollo local. (Ver http://www.manoscampesinas.cl/)